Hoy en día vivimos conectados. Llevar un negocio independiente (o como en mi caso, al margen de un trabajo formal que me ocupa buena parte de la jornada) requiere que hagamos rendir cada momento.
No es sano descuidar el tiempo libre, las horas de descanso y la vida familiar, pero al menos en los primeros tiempos, mientras tratamos de posicionar nuestro negocio, el horario de trabajo se convierte en un 24/7. Sí, las 24 horas del día y de la noche también.*
Y así, sucede que a veces nos encuentra la necesidad de conectarnos a Internet mientras estamos lejos de casa o la oficina y por lo tanto, lejos de nuestra amada y segura red de internet doméstica. Si bien podemos hacernos un “hotspot” desde el celular y darnos acceso a internet en menos de un minuto, pocas veces lo hacemos.
Después de todo, hoy en día casi cualquier bar, restaurante e incluso muchos consultorios médicos tiene una red wifi para sus clientes. A veces requieren una clave y otras veces son «abiertas».
Supongamos que estamos de paso en un barrio que no es el nuestro, tomando un café entre una tarea y otra. ¿Qué tan seguro sería conectarnos a esa red abierta “Café_Bar_Wifi” que detecta nuestro celular para revisar el correo? Puede ser tan seguro como nadar entre tiburones hambrientos. O como olvidar nuestro celular desprotegido en el salón de una Convención de Hackers en Las Vegas.
¿Qué tal si esa inocente red es parte de una estafa? No siempre el bar tiene red wifi, o podría estar caída, o podría estar escondida o incluso podría tener un nombre tan impredecible como XYZ123. Y nosotros, en nuestra inocencia, asumimos que esa red wifi que dice “café” o “bar”, y que está tentadoramente abierta, es la correcta. Sería un grave error.
Para evitar caer como pichones en la trampa de algún avivado, deberemos confirmar con el mozo o alguien del lugar cual es la red correcta. A veces hay carteles en las paredes o notas en el menú, que informan cual es el nombre de la red del lugar (algunos tienen la gentileza de poner la clave para ahorrarnos la molestia de preguntarle al personal).
¿Significa eso que una vez confirmada la red del lugar podemos relajarnos? Bueno, no exactamente. Si bien el hecho de conectar nuestros celulares, tablets u otros dispositivos implica un ejercicio de buena fe, tampoco podemos pecar de descuidados.
Una persona con acceso ilimitado a nuestros datos y archivos puede hacer cualquier cosa, desde publicar fotos nuestras sin consentimiento, hasta mandar mails con nuestro nombre a contactos y otros, por no hablar del secuestro de cuentas y archivos o estafas con datos de tarjetas robadas, por ejemplo.
No por nada las empresas que proveen a sus empleados con laptops y celulares como herramientas de trabajo dotan estos dispositivos de medidas de seguridad como antivirus, encriptación de archivos y control de acceso por huella digital.
Aunque juguemos en niveles más modestos, nosotros no podemos dejar de tomar nuestras medidas de seguridad. Después de todo, se trata de nuestro negocio y si bien es terrible perder o ver comprometida información personal sensible, el panorama se complica infinitamente si perdemos material de trabajo o terceros ganan acceso a cuentas de nuestros clientes, comprometiendo nuestro buen nombre y nuestros negocios.
Un buen antivirus es siempre mandatorio, si pecamos de nómades y nos conectamos con frecuencia desde redes que no controlamos, usar una VPN es también imprescindible.
Y en el bar, sigamos el instinto cuando de conexiones wifi se trate. Prefiera siempre redes protegidas por contraseña. Y si el lugar no parece serio y confiable, ¡mejor abstenerse!
* Famosa frase del político argentino Herminio Iglesias.
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